sábado, 2 de julio de 2011

UN PUEBLO CON HAMBRE DE JUSTICIA A FALTA DE UNA POLITICA CRIMINAL.




"Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo."


Marco Tulio Cicerón


Con la realidad de cada mexicano opacada por los recuerdos de los cadáveres que vimos la noche anterior en la TV, salimos a la calle a tratar de cumplir nuestros objetivos de este día. Ponemos el miedo en el fondo del portafolio, o en la bolsa pequeña de la mochila escolar, o en el compartimento más oculto del bolso y tratamos de que las imágenes brutales no nos afecten.


¿Qué pasó en este país que en menos de seis años las únicas conversaciones tienen como eje la violencia, el delito, los sicarios, las narcofosas que no paran de vomitar cadáveres, o el narcotráfico. Ahora todos queremos ser expertos en criminología y conocemos de memoria el mapa de nuestro México donde quedan señalados los territorios de cada cártel ¿Y a cuál narcotraficante le pertenece usted?


Queremos creer que la estrategia del Gobierno Federal es la correcta, y deseamos que el discurso oficial se vuelva realidad y después de un pico de violencia comenzará a regresar la calma… Pero al informarnos en los medios menos sumisos al Presidente nos vamos dando cuenta con creciente horror de que no hay la mínima señal de que esto se esté terminando, entonces nos preguntamos “Si no hemos alcanzado el famoso pico de violencia que marcará el principio del fin… ¿Entonces cómo se va a poner la cosa?”. No se ve el fondo. Y en este derrumbe de la moral nacional, para colmo, no faltan los pequeños oportunistas, que viendo la debilidad del Estado para aplicar justicia, rompen la ley casi con la certeza de que nadie los molestará. Desde el vecino abusivo que se roba la vía pública (que todos pagamos) poniendo cubetas en la calle para crear una extensión de su casa, hasta la Caja de Ahorro que nació para defraudar a la mayor cantidad posible de incautos, cada vez menos mexicanos le tienen temor a la justicia.


¿Y saben qué es lo más triste? Que nadie nos preguntó si queríamos una guerra a la puerta del kinder donde van nuestros pequeños (Si las gotas de lluvia fueran de chocolate…). Así, de buenas a primeras, al puro estilo pinochetista, un día los noticieros al servicio del Presidente nos anunciaron jubilosos que la Guerra contra el Narco había comenzado; nos dijeron que habría algunos muertos pero que valía la pena porque era una guerra valiente y necesaria; nos aseguraron que duraría poco, pero sobre todo, nos vendieron la idea de que era por nuestro bien… ¿Por nuestro bien?... ¡¿Por nuestro bien?! Y sería tan amable el regordete señor Alejandro Poiré, Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional, de informarnos en qué nos ha beneficiado su maldita guerra?


En nada. Así tal cual, en nada. ¿Descendieron los índices de criminalidad? No, de hecho se multiplicó. ¿Bajó el índice de consumo en México? No, aumentó tal y como muchos vaticinaron. ¿Bajó la cantidad de droga mexicana que consumen los pobrecitos gringos? No, ni de lejos. ¿En Ciudad Juárez se logró detener la extorsión que sufren todos los negocios? No, ahora aquella ciudad luce desolada, hundida en una deprimente agonía.


Por ello se publicita con todo el poder de los medios al servicio del Presidente la detención de un nuevo y peligroso jefe del narcotráfico (Gracía Luna Productions). Ya ve, todos los que agarran son siempre peligrosísimos y poderosísimos ¿Sí? ¿Y por qué nada cambia luego de su heroico arresto? Sin embargo, eso de exponer a temibles villanos vestidos de Polo cada vez les funciona menos. Agarran a uno y entra su relevo antes de que nos demos cuenta. Lo sorprendente sería que agarraran… pero a los elegantes caballeros que les lavan el dinero. Y si de verdad quieren cumplir eso de “caiga quien caiga” ¿Por qué nunca agarran a los prósperos políticos que les hacen sus relaciones públicas? Pero ya ve, van de capo en capo, uno por uno, y eso de vez en cuando, sobre todo cuando el señor Presidente necesita subir su raquítico rating.


En cambio, si nos preguntamos qué perdimos con esta Guerra que cayó sobre nosotros desde Los Pinos, extrañaremos los tiempos pasados en que esta violencia era inimaginable. Con la guerra panista perdimos nuestra tranquilidad, perdimos la esperanza, la certeza de que el futuro es promisorio si trabaja con ganas… También perdimos el turismo, las ganas de viajar por nuestro país, el deseo de abrir un negocio, el gusto por salir a divertirnos de noche, la confianza en nuestros vecinos… Se perdieron fuentes de trabajo, inversión, nuevas empresas… Y al ver las calles muertas de las ciudades del norte, nos preguntamos ¿Quién es ahora el espantachambas? ¿Quién acabó convirtiéndose en un peligro para México? Es como una horrenda broma que lejos de terminar avanza y avanza, amenazante hacia nuestra ciudad y vemos impotentes que está cada vez más cerca de nuestras familias.


Si nos preguntamos por qué nos encontraremos –sin merecerlo– en esta realidad, jamás hallaremos la respuesta en los medios convencionales, es más, los periodistas que sirven de voceros al Gobierno Federal ni se lo cuestionan. Hay que buscar entre los periodistas e investigadores más críticos para descubrir que, desde el principio se hizo todo mal. Y sí, es culpa del gobierno, del gobierno que mantenemos con nuestros impuestos, del gobierno que según la evidencia, se trepó al poder sin nuestro permiso. Y allá están ellos, enriqueciéndose estúpidamente; y acá estamos nosotros, en espera no de una vida mejor, sino de sobrevivir al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.


Para empezar Calderón inició su Guerra sin tener clara la fuerza del enemigo (error fatal); al inicio, el narco no era tan fuerte, pero tenía potencial para crecer. Lo que logró Calderón al “aventarles” al ejército fue demostrar que no tiene la capacidad de enfrentar a los grupos criminales. Esto, obviamente, envalentó al enemigo. Además, la estrategia federal (lenta y desorganizada) tardó demasiado tiempo en dar resultados (de hecho no ha habido tales) y las mafias aprovecharon perfectamente esta falla imperdonable para armarse, organizarse mejor y plantear un resistencia más dura. Quizá la idea que tenía Calderón era que los narcos, al ver a los soldados en los puntos de revisión carreteros, se iban a espantar tanto que renunciarían ipso facto a sus fabulosas ganancias.


En este crudo contexto, los mexicanos reclamamos una política criminal, uniforme y clara para todo el territorio. Pero vayamos un poco más despacio ¿Qué es esto de política criminal?


Zaffaroni  conceptualiza  como Política Criminal : “aquella que se encarga de la administración de la violencia derivada indirecta".


En un concepto más amplio está entendido como las conductas posibles de sanción conforme la legislación penal vigente, y permite tener como objeto de administración otros actos que pueden contener violencia, no obstante no estar receptados en la normativa penal. Desde esta perspectiva, la política criminal importa un estadio anterior a la codificación de los delitos.


 Ahora: ¿Qué es una Política Criminal Integral?


¨La entendemos como un conjunto muy amplio, complejo y diversificado de medidas y acciones desarrolladas bajo el impulso del estado pero con amplia participación comunitaria, tendiente a reducir, limitar  y atenuar el delito en general, y la violencia que suele ser su acompañante tradicional y todo ello promoviendo el ascenso social de la población y el desarrollo económico del país¨.[i]


Entonces ¿por qué le urge al país una política integral?


1.- ¨A través de ella se efectuaría un amplio diagnóstico de áreas problemáticas y de instituciones y organizaciones sociales, no limitadas sólo al delito, aunque las cifras de éste serían fundamentales¨.


¨Dicho diagnóstico  permitiría comparar la situación existente con una situación razonablemente satisfactoria, que en este caso sería la ideal. De allí surgirán los pasos a seguir en la planificación y posterior ejecución de un plan, por ejemplo, un Plan Maestro de Política Criminal¨.[i]


2.- ¨La Política Criminal Integral procurará que el delincuente no pueda delinquir, pero fundamentalmente procurará que el niño o joven, especialmente el marginal, aquél abandonado por su familia, por el Estado y por la sociedad, no se convierta en delincuente  y  que otros no se hagan adictos a las drogas o al alcohol; que se reduzca la circulación ilegítima de armas de fuego, que se refuercen los sistemas educativos y recreativos para la niñez y la juventud, con énfasis en la formación en valores; que se brinde apoyo a la familia de bajos recursos; que se organicen los barrios y las comunidades participativamente y que en cada zona se creen esquicios de prevención en coordinación con la policía y que se involucren todos en recuperar el espacio urbano muchas veces “desertizado” por haber sido abandonado por los vecinos y cedido a los delincuentes, quienes rápidamente se instalan en él."[i]


3.- ¨Deberán también ser objeto de análisis las instituciones vinculadas a la minoridad, frecuente “semillero” del  delito adulto. Reestructurados integralmente los servicios penitenciarios (legislación, reglamentación, infraestructura, capacitación y selección del personal, metodología de tratamiento, etc.) y puestos en funcionamiento real los pos penitenciarios para asegurar una adecuada reinserción social de la prisión y las medidas y sanciones penales no privativas de libertad para los autores de delitos menores mediante un tratamiento educativo y correctivo;  modernizada y agilizada  la justicia, frecuentemente morosa e ineficiente, etcétera¨.[i]

4.- ¨La elaboración de un Plan maestro de la Política Criminal deberá buscar, además, el consenso con todos los sectores políticos y sociales, comprometiéndolos en los mismos objetivos, para así conformar una Política de Estado duradera y estable  y no una ocasional política del gobierno de turno. El Plan deberá contar con un presupuesto e identificar las fuentes de financiamiento y además contar con un organismo de conducción del más alto nivel (científico y funcional) y con instrumentos de evaluación para analizar los resultados y corregir las desviaciones¨.[i]


Y ahora a surge la pregunta ¿Está de acuerdo en que nos falta una política criminal, desplazándome al mismo tiempo del porque de la No censura a los medios de comunicación?


Hace unos meses fue muy sonado en los noticieros el “El Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” ya que la violencia se ha  convertido en el tema central de los medios de comunicación y en forma sintetizada dicho acuerdo busca el atender dos problemas distintos


 1.- proponer autocontroles para que los medios no se conviertan en voceros de la delincuencia organizada.


 Y


2. Quiere atender la censura del crimen organizado. 


Basta de acuerdos que sólo quieren cegar a la sociedad, puesto que en México no necesitamos que se nos oculte la información sobre el narcotráfico, sino que los medios de comunicación se especialicen en temas de seguridad y se les capacite al igual que se les dé un respaldo por parte de la autoridad y no en contra de ellos como muchas veces a sucedido. Necesitamos mantener a una sociedad informada para que se pueda lograr un política criminal integral y una cultura de la legalidad; y de esta manera lograremos que los programas de prevención del delito sean eficaces.



[i].
Protocolos en el estudio promovido por el Banco Interamericano de Desarrollo y desarrollado por Juan Luís Londoño y Rodrigo Guerrero (Violencia en América Latina. Epidemiología y Costos, Documento de Trabajo BID. R 375, agosto de 1999), tomado por el Dr. Julio Enrique Aparicio  experto argentino en seguridad durante los foros de dicho tema).



  

 LICDA. IVETTE SALAZAR MARQUEZ




2 comentarios:

  1. Ahora sí ya lo leí completo. Algunos comentarios me merece, en general de concordancia, pero otros más de duda, sobre todo en la parte técnica donde sale a flote tu formación en criminalística.

    De a poco te voy haciendo algunos comentarios y te los pongo por acá o en algún correo si me lo permites. En Twitter no porque es muy incómodo hacerlo de a 140 en 140.

    Me suena muy aventurado el concepto de "Plan Maestro de Política criminal". Previo hablas de la intención final de "reducir, limitar y atenuar el delito en general" mediante la participación de la colectividad. Posteriormente llevas la utilidad de un plan de este tipo al diagnóstico, la evaluación o comparación y al momento de concretar acciones (que es lo bueno), lo veo como que con ejemplos. ¿Cómo se puede hablar de acciones generales o políticas públicas específicas?. Esto para no hacer limitativos los propósitos de este plan.

    Yo no soy ni politólogo ni abogado ni nada, o sea que veámoslo desde mi cuadrado e imperfecto panorama de estructurista con buenas intenciones.

    Más comentarios pueden salir, pero hay poco tiempo.

    Seguimos en contacto. Saludos.

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  2. Muy bueno el análisis.
    Igualmente considero que la política actual es errada.
    Me queda duda en el aspecto técnico:

    [lograr que] "...aquél abandonado por su familia, por el Estado y por la sociedad, no se convierta en delincuente y que otros no se hagan adictos a las drogas o al alcohol"

    ¿alguna estrategia posible?
    incrementar el estado del bienestar?
    ¿cómo sería esto?

    Saludos.

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